Decía
Comboni, con santo orgullo, en 1878, en
una carta dirigida a la madre María de la Anunciación ”¿Por qué el más pequeño e insignificante de los Institutos,
como el microscópico que fundé en Verona, ha podido consolidar el apostolado de
África Central …porque yo he sido el primero en hacer que colabore …el omnipotente ministerio de la mujer del Evangelio y de la Hermana de la caridad, que
es el escudo, la fuerza y la garantía del ministerio del misionero” (E.
5284).
Con
un triduo de oración y animación misionera se preparó el día de la fiesta de acción de gracias,
recordando a las tres primeras Combonianas que llegaron al cantón de San
Lorenzo en 1962 y las que han trabajado aquí durante estos 50 años; algunas de
ellas ya gozan de la vida eterna, otras estás en distintas misiones del mundo y
otras 6 siguen trabajando aquí. Todas, sin excepción, han
dejando una profunda huella en el corazón y en historia de este pueblo.
El
pasado 26 de mayo, domingo de la Santísima Trinidad, la familia comboniana junto
con el pueblo sanlorenceño celebramos pues este gran evento. Los grupos
parroquiales y los Movimientos apostólicos, incluidos los jóvenes de América Misionera, organizaron la Eucaristía y la convivencia
fraterna. Nosotras, las hermanas, junto con nuestros hermanos Combonianos y la
gente de la parroquia la disfrutamos con inmensa alegría y gratitud.
Cómo
no sentirse orgullosa y conmoverse al mismo tiempo frente a la memoria tan viva
de las casi 60 Combonianas, que a lo largo de medio siglo han trabajado, sufrido
y gozado con este pueblo de San Lorenzo, haciendo “causa
común” con la gente, que no olvida a ninguna de ellas y que se siente profundamente agradecido por
su amor y servicio. Esto lo expresaron
vivamente la gente afro durante la fiesta, a través de los abrazos, oraciones, cantos,
arrullos, danzas y entrega de placas.
En
la liturgia del domingo, al ritmo de tambores, maracas y guitarras, el obispo
de Esmeraldas, Mons. Eugenio Arellano, recordó el inmenso amor de Dios para el
pueblo de S. Lorenzo y resaltó la
belleza de la vocación de tantas hijas de Comboni que aquí, han dado lo mejor
de sí mismas: su juventud, salud, entrega y han recibiendo acogida, cariño y colaboración.
La Iglesia y
la sociedad del cantón de S. Lorenzo han caminado, crecido y progresado a
través de tantas obras sociales que las misioneras iniciaron y que hoy
continúan con la competencia y profesionalidad de su misma gente: el hospital,
la maternidad, la guardería, la escuela, el colegio, el instituto de educación
especial, la organización de mujeres, la evangelización y vida de las
comunidades cristianas… Un sinfín de bendiciones que el Señor ha hecho crecer en
esta tierra fértil y en la vida de tantas personas.
Un
momento de profunda comunión fue la lectura de las cartas de varias Hermanas que
trabajaron en San Lorenzo y se encuentran hoy en otros países; con sus escritos
han querido remarcar el recuerdo amoroso que tienen de esta tierra y cómo su
estancia aquí les marcó su vida y vocación misionera. Alrededor de 500 personas
entre niños, jóvenes y adultos, compartimos, no sólo los alimentos sino los
recuerdos y la historia. En fin, una
gran fiesta por la cual todas las Combonianas estamos profundamente agradecidas
con Dios, con todos los grupos parroquiales,
con nuestros hermanos Combonianos y con todo el pueblo de S. Lorenzo.
Aunque
si falta mucho por hacer en este cantón de Esmeraldas, las hijas e hijos de
Comboni, unidos como familia misionera a las alegrías, sufrimientos, luchas y
logros del pueblo, han dado y siguen dando
“vida y vida en abundancia” (Jn 10,10). Confiamos en Dios y en las
futuras generaciones de misioneros y misioneras para que esta obra siga
adelante.
28
de mayo del 2013
Hnas. Daniela y Montserrat
Misioneras Combonianas
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